miércoles, noviembre 1

Omar Chabán (y antes: cómo armar nuestra casa I)

Hoy nos entregaron nuestro nuevo departamento. Es lindo, pero ahora estamos inmersos en una catarata de trabajo del que a mí más me gusta: el que desconozco por completo. Hay que romper paredes por plomería y por electricidad, luego reparar y pintar, está involucrado plomero, electricista, señor-del-durlock, pintor, sanitarista de obra, diseñador de iluminación, la señora que atiende en Rago iluminación, madre opinando, el señor de Maderas Patagonia que como tiene muchos clientes no me quiere instalar el carísimo piso de madera del dormitorio, alfombras Kalpakián para armar el living, yo con ideas nuevas sobre mesas enchapadas en cemento alisado, que nadie comprende (cemento? pero va a ser muy pesada la tapa! y yo: no no no, es que es sólo revestida en una microcapa de cemento alisado), qué es una lámpara bipin? en qué se diferencia de una halógena o de una dicroica? saben que hay dicroicas con transformador y dicroicas sin transformador? unas van a 12 voltios y otras a 22o voltios. Cuando las luces de techo están "empotradas" en el cielorraso, se las llama "embutidas". Todo piso de madera lleva debajo una capa de "fenólico" que va pegada a la carpeta cementicia y sobre ese fenólico se clava el piso. A veces, para hidrolaquearlos, hay que esperar a que la madera "trabaje" un poco. Dos meses, más o menos. La madera trabaja todo el tiempo, se mueve.

El departamento es lindo, y habitarlo (es el primero) es emocionante. Ahora vienen unos meses agitados y luego comprender de qué viven los decoradores y los arquitectos.

Después de todo esto en la cabeza, alguien por teléfono me cuenta que otra persona dijo que en una reunión de amigas, una tercera comentó: "el que hizo Cara de queso es más antisemita que el mismo Hitler. Hitler jamás hubiera concebido un film como ese".

Cuando lo escucho, me pasan dos cosas: primero, me divierto muchísimo y me alegra que Cara... sea objeto de comentarios diversos, de cualquier carácter. Pero en seguida me corre frío por la espalda, y aparece en mi cabeza la imagen desesperada de Omar Chabán, preso político de un mundo en peligro. Hay que buscar culpables y demonios. Tengo miedo. La libertad, MI libertad, a cada rato se ve amenazada por miles de cosas que dicen los noticieros.

Ni Chabán es un asesino serial, ni Winograd es Hitler. Que alguien lo diga, por favor, de una vez por todas! Es en nombre de la justicia (y ha sido siempre), que nos permitimos cometer los crímenes más aberrantes. Crueldades bienpensantes, castigos minuciosamente analizados. Lo justo. No quiero vivir en un mundo violento. Pero veo, escucho, percibo: el deseo de destruir cuanto se pueda, que no para.